A 70 km de Flores, Petén, se encuentra el Parque Nacional Laguna del Tigre; una zona protegida dentro de la Reserva de la Biosfera Maya. Enmarcada por un río que nace desde este punto y llega a México, el río San Pedro, en esta selva tropical se encuentran distintas especies de flora y fauna únicas en el mundo como: ceibas, orquídeas exóticas, venados, tapires, tortugas blancas e incluso guacamayas.
Un lugar conformado por distintos ecosistemas, con árboles que cuentan más de 400 años; la Laguna del Tigre es también el hogar de especies en peligro de extinción, como las guacamayas rojas y las tortugas blancas.
A pesar de que desde 1989 fue declarada reserva natural, las amenazas a la naturaleza son evidentes. La deforestación es una de ellas, según las cifras de la organización dedicada a la protección de la vida silvestre, Wildlife Conservation Society (WCS), la selva maya ha disminuido en un 25%: de las 2.1 millones de hectáreas que forman la biósfera se han perdido alrededor de 525 mil.
La deforestación no es la única amenaza a la Laguna del Tigre y a la Biósfera Maya. El tráfico de animales exóticos inquieta a la población y a las organizaciones que velan por la protección de esta zona.
Una de las especies más amenazadas es la guacamaya roja. No se sabe con exactitud cuántas han sido robadas para su venta ilegal, pero sí se sabe que son vendidas por incluso los Q20 mil. También se sabe que por cada 10 pichones robados, solo 1 sobrevive.
Los esfuerzos por proteger a las guacamayas que habitan dentro de la Laguna del Tigre son diarios. La organización Wildlife Conservation Society (WCS), que vela por la protección de la vida silvestre, trabaja para prevenir el robo de pichones y aumentar la cantidad de guacamayas que nacen al año.
Cuando el cielo se pintaba de rojo
En todo el mundo hay tres países en los que se encuentran guacamayas rojas principalmente: México, Belice y Guatemala. Este ícono de la selva petenera encabeza la lista de especies en grave peligro de extinción, según la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN).
Lugareños de la Laguna del Tigre relatan cómo en el pasado era tan grande la población de guacamayas en el área, que al llegar el invierno los cielos se teñían de rojo cuando las aves partían hacía México.
WCS llegó a la selva maya en 1992 y desde entonces definió tres acciones para salvarlas:
- incrementar jornadas de vigilancia para evitar robo de pichones
- monitorear el crecimiento de las aves dentro de sus nidos
- y criar guacamayas que luego son liberadas
Rony García, director de investigaciones biológicas de WCS, resalta que la conservación de guacamayas requiere un metódico cuidado: “La alimentación que se les da es especial, es un concentrado a base de mantequilla de maní y otros elementos. Las guacamayas, como los bebés, piden comida cada vez que tienen hambre, es por ello que, incluso se tienen que hacer turnos nocturnos para alimentarlas”.
Dentro del laboratorio de incubación artificial de guacamayas, WCS cuida de 24 aves, el objetivo es poder rescatar a al menos 100, y que luego puedan reproducirse, conservando la especie.
Por eso, hay guacamayas en distintas etapas en este lugar: hay recién nacidas; otras que ya empiezan a lucir sus primeras plumas; y también hay algunas que están listas para aprender a volar. Sus cuidadores esperan a que todas estén de un mismo tamaño para trasladarlas al aviario porque procuran que continúen su trayectoria en conjunto, por eso hasta que la última aprende a volar, son liberadas.
Las guacamayas tardan 100 días en llegar a un tamaño que les permite aprender a volar. Cuando son liberadas en su hábitat natural tienen una esperanza de vida de hasta 50 años. Estas aves pueden poner hasta 5 huevos al año, pero de estos con frecuencia solo sobreviven 2.
Esta no es la única acción que WCS realiza para asegurar el crecimiento de las aves. Las guacamayas anidan en un árbol llamado Cantemó, el cual crece hasta 30 metros. A pesar de estar en la cima, los huevos y pichones sufren amenazas; halcones o abejas pueden atacarlos. Los técnicos de la organización deben trepar cada 8 días para revisar que las aves estén bien en los nidos que tienen identificados.
García cuenta que tienen identificados entre 40 y 50 nidos en el área que WCS tiene a su cargo y calculan que de cada nido nacen al menos dos guacamayas. De los nidos que se monitorean, calculan que en 10 meses nacerán 80 guacamayas, y para septiembre emigren a México.
WCS recibe el apoyo de organizaciones y empresas externas para su funcionamiento, las cuales apoyan con recursos económicos y materiales de trabajo como comida o equipo técnico. Gabriela Ponce, directora de la organización, comenta que el laboratorio de guacamayas tenía dos años deshabilitado y: “fue gracias al aporte de Grupo AJE, empresa productora de bebidas como agua Cielo, Big Cola, C´frut, entre otras, que lograron rehabilitar el proyecto”.
Ponce cuenta que Grupo AJE donó alrededor de US$50 mil para apoyar los proyectos de conservación en la Laguna del Tigre que WCS tiene a su cargo.
La fábrica de un manjar
Grupo AJE se propone implementar un nuevo sistema de sostenibilidad y economía circular en Guatemala: cuidar el medio ambiente, a la vez que apoyan a comunidades dentro de reservas protegidas para comercializar productos naturales.
Este es un modelo que ya han puesto en práctica en Perú, en donde han apoyado a comunidades amazónicas con el cultivo y extracción sostenible del fruto Camu Camu, el cual luego es utilizado para producir una bebida natural distribuida por la compañía llamada Amayu.
Ahora Grupo Aje quiere implementar un sistema similar en Guatemala: apoyar la producción de miel dentro de la comunidad Paso Caballos, la cual se encuentra dentro de la Laguna del Tigre.
En los últimos meses, 4 apicultores se han dedicado a la producción de este dulce manjar, con el objetivo de paulatinamente incrementar la producción. Esperan poder llegar a recolectar alrededor de 3 mil 500 libras de miel y venderlas embotelladas. Cada libra tiene un precio de Q9.50.
Antonio Sach, apicultor, expresa: “La producción de miel nos ha incentivado a trabajar en otras cosas y no solo dedicarse al campo y la agricultura”.
Paso Caballos: habitantes y guardianes
Paso Caballos es ejemplar no solo por el entusiasmo de sus habitantes en crear nuevos emprendimientos, sino porque es una de las pocas comunidades dentro de la biósfera maya que cuenta con un acuerdo de permanencia.
Esta pequeña comunidad está conformada por al menos 3 mil personas. Unas 400 familias llegaron a Laguna del Tigre en la década de los 80, durante el auge de la extracción de chicle en la zona. Muchos trabajadores provenientes del pueblo q’eqchi llegaron a estas tierras, desde Alta Verapaz, y decidieron quedarse.
El 21 de agosto de 1997 firmaron el primer acuerdo de intencionalidad con el Consejo Nacional de Áreas Protegidas (CONAP)el cual se establece que la comunidad puede permanecer en el área, siempre y cuando velen por la protección de la reserva natural y cumplan con reglas como:
- prohibida la deforestación por ganadería,
- solo permiten las quemas para agricultura
- prohibido el robo de animales exóticos
- y deben ocupar y trabajar solo las 5 mil hectáreas asignadas.
Gabriela Ponce, directora de WCS, expresa que el compromiso de la comunidad con la protección ambiental es tan grande que lograron erradicar el robo de guacamayas u otros animales en el área.
Pero Ponce no es la única que ve con buenos ojos este acuerdo entre Paso Caballos y CONAP. Jose Luis Tzalam Caal, tesorero del Consejo Comunitario de Desarrollo (COCODE), resalta que a través de la alianza con CONAP pudieron proteger sus tierras y tener ingresos estables.