Elsa Ortiz fue noticia de cadenas locales e internacionales en junio de 2018 cuando pidió al gobierno de Estados Unidos que le devolvieran a su hijo Anthony, entonces de 8 años, después de ser separados en la frontera sur de Estados Unidos, en cumplimiento de la medida “Tolerancia Cero” del expresidente Donald Trump, cuando 6 mil 400 niños quedaron en albergues en aquel país y los papás fueron expulsados a sus naciones de origen.
Hoy con el nuevo gobierno EE.UU. procura un resarcimiento: le abre la puerta a Elsa, de 29 años, y su hijo Anthony, ya de 12 años, como reparación del daño causado al ser separados en las fronteras.
Ella, una vendedora de ropa típica, y unas 40 familias más esperan en un hotel de la capital guatemalteca con visas y equipaje en mano para una larga estancia en la nación que los rechazó en 2018.
Supuestamente es como una recompensa del daño, por lo que hicieron de la separación. A mi me avisó el licenciado que nos iban a dar la oportunidad de viajar, pero al principio no lo creí, pero conforme pasaron los meses empezaron a pedir pasaporte y hoy ya estoy aquí para salir.
Ricardo de Anda, abogado privado que asiste a Ortiz, cuenta como le comunicó la noticia:
“El gobierno te está dando entrada a los Estados Unidos y una protección que te libra de deportaciones. En 2018, Elsa fue deportada y no deportaron a su niño, pero ella va a poder regresar y le van a dar un permiso de trabajo y que va a poder hacer lo que no hizo en el primer intento de ingresar a los EE.UU.”
A Ortiz ahora la espera un reencuentro en EE. UU, uno de sus objetivos de migrar en 2018, además de la necesidad económica:
Yo me había ido porque iba a donde mi pareja y ahora otra vez voy para allá y ¿cómo se siente? feliz porque pensamos que ya no nos íbamos a ver.
El permiso que EE.UU. emitió a Ortiz es por tres años. Ella viajará hacia Virginia, donde la espera su pareja de 34 años, ambos tienen un hijo.
Llevo planes de ir a trabajar, pero todavía tengo que buscar mientras nos autorizan el permiso.
Su hijo continuará la escuela en aquel país. En Guatemala llegó a quinto primaria. La mamá cree que existe reparo por parte de EE. UU al abrirles las puertas. Aunque quedan las secuelas de aquellos tres meses cuando estuvieron separados, y así lo expresa Anthony:
Hubo días malos y días buenos: los días malos fueron cuando me enteré que a mi mamá la deportaron. ¿Y los días buenos? Estudiaba y me llevaban a jugar.
El chico se siente entusiasmado de regresar a Estados Unidos. Aunque estuvo separado durante tres meses de su mamá, corrió con mejor suerte al reunirse con ella, pues según Ortiz, los acompañantes de este viaje han contado historias tristes:
Hay más familias aquí y me estaba enterando que una de las mamás tiene de no ver a su hijo desde que fue la separación, ya no lo mandaron para acá.
El abogado que asiste a estas familias dice que hay unos 200 niños guatemaltecos que aún no ven a sus padres desde que Trump, deportó a los papás.