Contra toda expectativa porque su mayor debilidad y mayor fuente de desgaste desde que llegó al poder ha sido la nula capacidad de ejecutar obra pública, es posible, solo posible, que Bernardo Arévalo termine su gobierno siendo el presidente que inicie la transformación de la precaria realidad del transporte de mercancías y pasajeros de Guatemala, y de la red vial y portuaria nacional, hacia una era de prosperidad y dinamismo. Esto incluye al gran pantano de vehículos que es hoy la ciudad de Guatemala.
Tres factores antes impensables lo hacen posible.
Primero: Estados Unidos necesita por razones estratégicas una alternativa para el cruce interoceánico en la región. El Canal de Panamá es insuficiente y pese a la presión de Donald Trump, es ligeramente menos confiable hoy dada su relación con China. México, con el tren interoceánico en Tehuantepec y las concesiones a empresas de China Popular, pues también supone un cierto riesgo. También afecta el flujo naviero en el Canal de Panamá la sequía en los últimos tres años.
En cambio, Guatemala ofrece condiciones de confiabilidad inmejorables dada su autoimpuesta prohibición de relacionarse con Beijing y su lealtad o codependencia perpetua hacia Washington. No por casualidad, la opción de Guatemala fue primero estudiada por el Departamento de la Defensa de la administración Biden y rápidamente avalada por el Departamento de Estado de la administración Trump.
Segundo: Guatemala posee un puerto en el Pacífico -mal diseñado y mal operado desde su origen- pero el cual se encuentra a cien metros de una profundidad marina sólo alcanzada por los mejores puertos del mundo. La plataforma continental frente a Puerto Quetzal se desploma a 27 metros de profundidad, cien metros mar adentro de la costa. Un rompeolas mucho mayor, y una plataforma que extienda los muelles a esa distancia podrían permitirle al puerto recibir hasta a los cargueros más grandes del mundo, provenientes de Asia.
Tercero: Guatemala cuenta con una línea ferroviaria en desuso la cual une el Puerto Quetzal con el Puerto Barrios en el Caribe. Claro que necesitaría una modernización total.
Pero aquí existe un pequeño gran detalle:
La línea férrea atraviesa la ciudad de Guatemala. La ruta de 21 kilómetros de línea del tren que va de la Central de Autobuses del Norte (CentraNorte) y la Central de Mayoreo del Sur (Cenma), es considerada una vía indispensable para construir uno de los ejes del urgente sistema de movilización de masas que requiere la capital guatemalteca para dejar de ser un gran parqueadero de autos.
Construir un libramiento o una nueva línea férrea que circunvale la ciudad de Guatemala para unir los dos océanos resultaría caro por el trazo, las tierras privadas a comprar o expropiar y prolongado en el tiempo. Y las obras tienen cierto sentido de urgencia.
¿Cómo conciliar el uso de esa misma línea de tren para un Metro Riel y para el tren de carga inter océanos?
Pues bien, resulta que los ingenieros del Ejército estadounidense piensan a priori, sin haber estudiado aún las condiciones en el terreno, que la línea férrea podrá servir al mismo tiempo para las dos cosas.
Si la comisión del Cuerpo de Ingenieros del Ejército estadounidense, que llega en estos días al país para iniciar los estudios necesarios lo encuentra viable, es posible, sólo posible, que al termino del gobierno de Bernardo Arévalo se tenga ya el diseño y se arranque con la contratación de las obras que le darían un vuelco completo a mediano plazo (una década por lo menos) las condiciones del transporte en el país. Y además, que supondrían el inicio de un cambio hacia la modernización de la ciudad de Guatemala.
¿Acaso eso no sería como ganarse la lotería en plena crisis?