No hay alternativa. Y no hace falta darle más vueltas. Si el presidente Bernardo Arévalo veta el decreto 7-2025 del Congreso de la República que autoriza la inter anualidad de la ejecución del presupuesto de los Consejos Departamentales de Desarrollo sin controles efectivos de parte de las instituciones, podrá abrir un espacio beneficioso para el país. Sobre todo, para los contribuyentes guatemaltecos.
Pero no se trata simplemente de vetar el decreto así nomás. El Presidente necesita al mismo tiempo abrir tres gestiones efectivas.
Una, de coordinación con su gabinete. ¿Qué requieren los ministerios de Ambiente y Recursos Naturales, de Comunicaciones, la Secretaría General de Planificación y la Coordinadora Nacional para la Reducción de Desastres para resolver en un plazo razonable, no mayor a dos semanas efectivas, un proyecto de obra entregado por una municipalidad?
Dos, negociación con el Congreso de la República: las instituciones requerirán de una ampliación de presupuesto para contratar personal calificado y para montar capacidades específicas para otorgar los dictámenes con más agilidad. Ya Bernardo Arévalo sabrá si para alcanzar estos objetivos necesita primero recomponer a su grupo parlamentario, devolver capacidad de interlocución al grupo de diputados de Raíces o si resulta suficiente con sus diputados de Semilla para alcanzar el objetivo. El asunto es que lo consiga.
Tres, negociación y coordinación con los alcaldes del país cuyas municipalidad necesitan fortalecer sus destrezas para formular proyectos. Si los alcaldes entregan proyectos mejor estructurados y adecuados a la normativa nacional, a las instancias encargadas de dictaminar respecto de ellos les será más fácil hacerlo. Por lo demás, todos los guatemaltecos ganaremos con la ejecución de obra pública de mayor calidad y sin apenas márgenes para la corrupción y el enriquecimiento ilícito.
El presidente Bernardo Arévalo puede convertir este embrollo político actual en el cual se encuentra, en buena medida debido a su falta de atención a la realidad en el Legislativo, en una oportunidad de beneficio para todos.
A estas alturas los operadores del presidente Arévalo podrán decirle que se ha reducido los votos en el Congreso para rechazar su veto e imponer el decreto. Además, sabe bien que sobre la Corte de Constitucionalidad, cuyos magistrados pueden tener la tención congraciarse con la mayoría opositora con miras a la reelección, pesa el rechazo de la elite económica del país al decreto aprobado. De manera que su camino está bastante allanado.
Ahora es cosa de que el Presidente cobre ánimo, articule un equipo capaz de conducir el trabajo a tres bandas (gabinete, Congreso y municipalidades) y lanzarse a la tarea.
Basta ya de creer que no se puede alcanzar objetivos deseables para todos. Los opositores en el Congreso le han servido al Presidente una oportunidad que no debe desperdiciarse.
