Una frase que acuñaron las “juntas comunitarias de seguridad” durante la pandemia fue: a este municipio no entra ningún desconocido. Ahora, ante la falsa alarma de un incremento en el secuestro de niños y mujeres, estos vecinos nuevamente cierran las puertas de sus comunidades: desenfundan sus armas e impiden que ajenos entren a sus localidades: dicen proteger a los suyos.
Carlos García, presidente de la coordinación de Consejos Comunitarios de Desarrollo de La Antigua Guatemala, explica que hay juntas de seguridad que cuentan con el aval de las autoridades y otras que son grupos de vecinos organizados que toman la seguridad en sus manos ante la ausencia estatal.
Sí hay libertad de organizarse, para frenar el tema de inseguridad porque la Policía no se da abasto. Pero no hay una autorización para que los grupos se armen, lo único que pueden cargar es un machete y un palo.
No obstante, en en determinados municipios existen, dentro de los Consejos Municipales de Desarrollo (Comudes), comisiones de seguridad preventiva integrada por ciudadanos por la naturaleza de los Comudes dice García.
Acá tendrían que estar dos representantes del Comude, el alcalde, un representante del gobernador, policía municipal y ellos tenían comunicación directa en caso pasara algo grave.
Pero García señala que muchas comunas han excluido la participación ciudadana y, ante la ausencia de seguridad en sus comunidades, han optado por organizar sus propias juntas.
Y le voy a poner un ejemplo: en el caso de San Juan Sacatepéquez, esas juntas son ilegales.
En dicho municipio, estas organizaciones tuvieron su auge en 2013 y permanecen vigentes. Los vecinos usan armas de grueso calibre y gorros pasamontaña para cuidar el lugar.
Hace una semana circuló una fotografía de Genova Costa Cuca, en Quetzaltenango, que parece una imagen del pasado de San Juan Sacatepéquez: siete hombres armados salieron a cuidar la entrada del muncipio ante la falsa alarma de secuestros.
Édgar Escalante, alcalde, señala que en varias comunidades los vecinos se están coordinación con la PNC para planes preventivos. Y coincide con el coordinador de COCODES de La Antigua: estos grupos surgen porque la seguridad pública no logra cubrirlos.
Como Genova tiene 52 mil habitantes y solo hay 6 PNC, una sola patrulla y tenemos 50 comunidades y estas son lejanas. Si hay algún inconveniente, se coordina con las autoridades.
Pero esas imágenes parecen comunes en estos días, durante los meses de confinamiento por la pandemia, circuló una fotografía igual que correspondía a San Vicente Payaca, donde hay dos organizaciones de seguridad que las conforman unos 300 locales.
Jorge Mejicanos es uno de ellos y cuenta que la junta lleva activa dos años, con la pandemia velaron por el cumplimiento de restricciones y con estas alertas contra la delincuencia:
“Se les pidió a todos los visitantes que entraran con sus vidrios abajo y que se identificaran; si visitabas San Vicente se tomaban el número de placa y se preguntaba el motivo de su visita”
Esta junta lleva dos años activa, pero:
Hay dos grupos de seguridad “Sociedad Civil” y “Vecinos Organizados por la Paz y La Seguridad”, ambos aprobados por la comunidad, sin embargo, ninguno tiene personería jurídica.
El domingo un grupo de vecinos en Santa Catarina Ixtahuacán, Sololá, retuvo a un grupo de Youtubers que llevaron ayuda a la comunidad, pero eran desconocidos en el área, los vecinos los acusaban querer delinquir en el municipio. Pese a que los tenían cercados frente a la sede de la PNC, ellos querían actuar:
“¡Aquí se respeta! ¡linchémoslos! ¡echen gas, quémenlos!
En la página de Facebook “El Good Chapín” que tiene unos 455 mil seguidores los youtubers contaron la mala experiencia:
“La PNC del lugar trató de ayudarnos, pero las personas ahí podían más que ellos”
Pascual Tambríz, alcalde del lugar, dijo que estaba ocupado y que no podía atender la llamada.