Para Juan Pérez, un jornalero de 31 años, originario de Chisec, Alta Verapaz, devengar Q35 diarios no era suficiente para mantener a su familia. Así que decidió jugarse la última carta: pagar Q85 mil y viajar hacia Estados Unidos. No iba solo, llevaba a su hija de 7 años:
“Cuando nomás llegue con mi hija, cruzamos el río Bravo, caminamos y de repente cayó la Migración y nos detuvieron. Estando allí, ya a última hora, cuando estaba firmando los papeles, me dijeron que iba a ser separado de la niña y que a mí me iban a deportar a Guatemala y a ella también, pero iba a tardar 6 meses.”
Su nombre no es Juan Pérez porque prefiere no ser identificado en esta nota. Un abogado que asiste a familias separadas entre Estados Unidos y Guatemala fue el camino para llegar a este padre cuyo viaje está marcado por la política migratoria «tolerancia cero». Un aproximado de 5 mil 500 familias fueron separadas entre abril y junio del 2018. Y 3 años después, los padres de 545 niños separados durante el plan piloto secreto de 2017 aún no son hallados. El principal problema para hallar a los padres es que el 66% fueron deportados.
Ese es el caso de Juan:
“Cuando me separaron de mi niña ya no supe nada de ella. Hasta que caí en Guatemala a los 4 meses, me dijeron que mi hija todavía estaba detenida.”
Hoy diferentes organizaciones buscan a los padres centroamericanos. En Guatemala, la Asociación de Abogados y Notarios Mayas Nim Ajpu se encarga de la tarea. Eriberto Pop, de 32 años, es uno de los abogados que sale a ubicarlos:
“Ya nos conocemos con otras organizaciones internacionales, en este caso, con la organización Justice in Motion, que trabaja en el tema de derechos humanos y migración. Tenemos a cargo la búsqueda de 40 familias de los 545 que aparecen ahora.”
Aún no está claro cuántos son guatemaltecos: desde 2018, Pop ha buscado a 27 familias y en 1 de 4 casos, no logró la reunificación. Eso sucedió con la de Juan:
“Mi hija está con su mamá porque cuando yo vine a Guatemala, mi señora estaba en un llanto y mi niña llamaba de migración llorando que no quería estar sola. Tomamos la decisión, yo y ella, de que se fuera con otra mi niña y así fue que ella decidió irse y se quedaron 2 niños más pequeños conmigo. Mi cuñado allá en Estados Unidos logró sacar a la niña y ya cuando la mamá llegó, la niña estaba fuera de migración.”
Pop reconoce que su labor es complicada:
“La gente tiene temor y no tiene confianza de abrir las puertas a personas externas. Piensan que uno llega para sacar datos y después extorsionar a las familias, es uno de los obstáculos. Yo soy hablante Maya-Qʼeqchiʼ, pero he visto que, para otros compañeros, el idioma es una dificultad. Un tercer aspecto que dificulta es el tema de infraestructura, muchas de las comunidades no tienen acceso a carretera.”
Y agrega que Estados Unidos también pone trabas:
“Son datos generales que nos da el gobierno, nos dicen, por ejemplo: fulano tal está en Sacatepéquez. Sacatepéquez tiene ¿cuántas comunidades? La búsqueda consiste en que nos den tan siquiera el nombre de la persona y un acercamiento a las entidades del Estado, en este caso, Renap para corroborar la residencia de las familias. Con esos datos nosotros hacemos la búsqueda de comunidades en comunidades.”
El Ministerio de Relaciones Exteriores informó que, desde 2018, 13 mil 83 familias han sido reunificadas en el territorio nacional. Sin embargo, aún no tienen información sobre la cantidad de menores guatemaltecos que siguen esperando a sus padres.