Pidiendo dinero en el Centro Histórico de la zona 1 y durmiendo en las aceras, migrantes de distintas nacionalidades quedan atrapados en Guatemala al no poder continuar su camino a Estados Unidos, y algunos prefieren buscar trabajo para reunir dinero y continuar, pero esos días de espera se convierten en semanas y las semanas en años.
La novena avenida de la zona 1 capitalina es uno de los lugares donde convergen nicaragüenses, hondureños y salvadoreños. Durante su camino a norteamérica algunos han encontrado refugio y apoyo con trabajadores de las empresas de transporte centroamericano, otros incluso formaron una familia y lograron montar sus propios negocios.
Es el caso del nicaragüense Carlos Jarquín, de 45 años, mientras muy apresurado despacha pan en una abarrotería de ese sector, cuenta que tiene 25 años de vivir en Guatemala, su objetivo, como el de todos, era llegar a Estados Unidos, pero al pasar por territorio nacional decidió reunir más dinero y trabajó en el restaurante de un amigo. Con el tiempo logró asociarse con otros connacionales y emprendieron una abarrotería.
Sin embargo, no todos encuentran el apoyo de algún compatriota.
Diego, como se identifica un venezolano de 35 años, dice estar atrapado en Guatemala y preocupado pues no sabe cuando podrá retornar a su país donde trabajaba como conductor de un mototaxi. Después de deambular por las calles y no encontrar el apoyo de algún compatriota, junto con otros amigos de viaje encontró refugio en la Casa del Migrante en la zona 1.
Teníamos como cinco días de dormir en la calle, aquí el clima es demasiado frío, estuve enfermo con gripe y fiebre, nos tocó pedir dinero en la calle para medio comer. Ahora esperamos devolvernos para nuestro país, esperando que nuestras familias vendan lo que nos queda para que envíen el dinero del pasaje y así regresar.
En el mismo refugio está David, de 35 años, salió de su país desde hace un mes y 15 días, al ser deportado de México regresó a Guatemala e intentó regresar en avión a Venezuela pero fue asaltado en el Trébol junto a un compañero de la misma nacionalidad, ahora solo le queda esperar que su familia le envíe dinero.
La situación económica en nuestro país es muy crítica, a pesar de que hay divisas en el mercado el sueldo no alcanza. La gente trabaja un mes completo y lo que gana son 5 dólares, eso no alcanza para el pan.
En Venezuela, David cursaba el tercer año universitario en Comercio Internacional, pero la falta de un empleo no le permitió continuar.
“De ser un país de tránsito, Guatemala se ha convertido en un país de destino y paulatinamente veremos más familias asentándose en Guatemala”, dice Rosario Martínez, investigadora de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso), al reiterar que las políticas migratorias son las que detienen el flujo de personas.
Estados Unidos reactivó el programa quédate en México y este año lo suspendió. Crearon esta nueva política de aceptar que migrantes venezolanos pidan asilo desde Venezuela, eso provoca que incremente el flujo de venezolanos tratando de avanzar para acceder al programa pero no tienen posibilidad. Guatemala se está convirtiendo en un destino donde el migrante decide asentarse esperando que se den condiciones favorables para seguir avanzando.
La metrópoli, Amatitlán y Villa Nueva, son los municipios que por estar en la ruta migratoria se han convertido en refugio de centroamericanos desde las caravanas de migrantes de 2018 y 2019, afirma Martínez, por lo que recomienda a las municipalidades levantar censos al considerar que son grupos que pueden contribuir en la economía local.
Algunos buscan su integración en la sociedad, se van en la línea del emprendimiento, venden comida o emprenden actividades que desempeñaban en su país, los venezolanos por ejemplo venden golosinas o chupetes.