Categoría: Opinión

Quienes han celebrado que cese el combate a la corrupción hoy tropiezan con una tamaña piedra.

No nos engañemos, o al menos no lo intenten conmigo, sean tan finos. Estamos hasta el tuétano de corrupción, incrustada en la mayor parte de los ciudadanos.

Menos popular hoy, Bernardo Arévalo, por no perseguir los objetivos propuestos en la campaña con más enjundia.

[En Guatemala] “…un preso puede abandonar la prisión, cometer no importa qué delito, y regresar, sin que nadie se entere, controle o verifique fiablemente el proceso.”

La derecha nacional fracasó en junio de 2023 porque le ofreció a los votantes más de lo mismo. Si siguen con Arzú y a Alan Rodríguez, con Sandra Jovel y compañía, no van a mejorar mucho.

No hay guerra perfecta, y en todas hay un elevado costo de víctimas. Si Hamás liberara a los rehenes, posiblemente contaría con elementos morales para pedir un punto final a la confrontación.

El gobierno trastabilla en muchas cosas, pero esta semana asume una batalla crucial contra el sistema corrupto.

Lo que no he terminado de superar -admito que me cuesta horrores- es la doble moral de quienes se muestran de una manera e hipócritamente actúan de otra.

El Ministerio Público intenta impedir que el Gobierno pague y ejecute obra. Procura amendrentar a funcionarios y a constructores.

No hay que ser muy ducho en lógica para concluir que los múltiples representantes de la sociedad civil -los que no son políticos- yerran y, consecuentemente, se corrompen.

Alejandro Sinibaldi consigue que la jueza Cruz lo exculpe para vergüenza de casi todos en Guatemala.

Además es difícil que el votante se deje sorprender nuevamente por un socio de Baldizón -aquel delincuente confeso y condenado en USA- con quien estuvo aliado.

El sistema financiero nacional a merced de la codicia y la necesidad de adecentar el dinero que proviene de la prosperidad política.

Cien días [in] gratos en que las buenas costumbres y la moral de los conservadores guatemaltecos se han visto confundidos por sus gobernantes.

No hay que ser muy ducho en lógica para concluir que los múltiples representantes de la sociedad civil -los que no son políticos- yerran y, consecuentemente, se corrompen.

¿Qué nos dice que el presidente Bernardo Arévalo haya visto estrellarse contra la pared el primer decreto que envía al Congreso?

“Orden más contraorden, desorden” dice un aforismo militar que invita, precisamente, a que las decisiones se mediten, analicen, ponderen y cuando se toman se lleven hasta sus últimas consecuencias.