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Pelee por la justicia, presidente Arévalo
La batalla real del mandato de Bernardo Arévalo. El objetivo para el cual fue electo. Expulsar a los corruptos y limitar los privilegios.
Publicado el 15 Mar 2024

Desde que llegó al cargo el presidente Bernardo Arévalo no ha hecho sino recibir indicaciones claras de la ruta correcta a seguir, coherente con el mandato que recibió. Sorprende que se niegue a verlas.

Arévalo fue electo para romper con el esquema de corrupción y privilegios del país, principalmente vía el secuestro de la justicia y otras instituciones. Con ese discurso hizo campaña. Su partido y él desarrollaron ese mensaje, aceptado por los electores.

El Presidente no fue electo para otra cosa.

Arévalo sólo fue juramentado gracias a que los diputados del Movimiento Semilla, determinados, forzaron a la mesa directiva transitoria a someter a votación la planilla encabezada por Samuel Pérez. Al derrotar a los aliados de Alejandro Giammatei, Semilla rompió el dique impuesto por los golpistas. La lealtad del partido hacia el gobernante se demostró ese día. Una pena que no ocurra viceversa. Y que el Presidente favorezca con su inacción, con su renuncia al liderazgo político que su cargo impone, el debilitamiento de esa alianza legislativa lograda el 14 de enero para ejecutar cambios en el país.

Porque la decisión de la Corte de Constitucionalidad, de anteponer el criterio de un juez de orden común a una norma de jerarquía mayor,  tendría que haberle indicado al Presidente el mecanismo elegido para atar de manos a su gobierno. Para sabotear su mandato.

Él es aceptado por quienes controlan las instituciones de justicia como el gobernante electo. A su partido en cambio, se le escamotean facultades en el Congreso. Así se impide que el Legislativo habilite una agenda reformista para el país.

Quien le dice al Presidente que él puede gobernar sin una bancada en el Congreso y que puede evitar el chantaje de una oposición voraz lo engaña. Uno a uno serán llamados sus ministros al Pleno. A cada tanto le darán otra dentellada al Presupuesto.

Ahí está la derrota sufrida a sus buenos deseos de modificar la ley del deporte para que los atletas olímpicos lleven los colores nacionales en París. El poder que no se ejerce, se resigna.

Y sin embargo, el Presidente ha querido pensar bien de los magistrados constitucionales. Ha preferido llevar la fiesta en paz. Por eso aceptó la engañosa explicación de Roberto Molina Barreto de la ruta a seguir para liberar al partido Semilla de la condena impuesta por el juez Orellana. Ojalá que el presidente Arévalo ya esté claro de la burla del magistrado.

El entorno del gobernante aún confía en que la acción de inconstitucionalidad interpuesta en caso concreto ante la resolución del juez Orellana, será resuelta a favor del partido. Eso raya en la ingenuidad. Los magistrados la van a retrasar más allá del mes de junio. Le desgastarán antes. Y cuando la ventana de oportunidad de su gobierno para poner en práctica algún cambio verdadero en el país se haya cerrado, quizá entonces le otorguen alguna satisfacción. Será ya demasiado tarde.

Los magistrados constitucionales querrán garantizar primero una nueva Corte Suprema de Justicia y Cortes de Apelaciones a la medida de la impunidad para la corrupción. Antes de asegurar ese objetivo, no le concederán ni el saludo al Presidente.

¿No ve Arévalo cierta línea de coherencia entre la prohibición que le imponen de nombrar autoridades del Banco de los Trabajadores y el veto a permitirle a Samuel Pérez llegar a la Junta Monetaria y cobrar acceso a la discusiones que involucran al lavado de dinero a gran escala y la supervisión sobre los bancos?

Se es ciego a voluntad cuando no se quiere ver.  Pero en este caso, lo que está en juego es su compromiso ante los votantes.

Cada medición que su equipo de Comunicación hace le arroja los mismos resultados. La población que aún confía en él, rechaza cualquier acuerdo de convivencia con los corruptos. Con Consuelo Porras, por supuesto. Con Joviel Acevedo, igual. Los magistrados de la Corte de Constitucionalidad están en ese rango.

Los funcionarios bien vistos de su gobierno son los que no se someten a la Fiscal General. Los que la encaran y le hacen frente a los corruptos.

El presidente Arévalo fue electo para cumplir con una misión, vencer al sistema corrupto y no para convivir con él en aras de un presunto acatamiento a la independencia de poderes, una manera cómoda de llevar la vida y de tolerar la infamia.

El presidente Arévalo sabe bien, aunque prefiera no aceptarlo por su habitual rechazo al conflicto, que su legado, o su traición a los principios que motivaron la fundación del partido que lo llevó al Palacio Nacional, estará marcado por el cumplimiento o la omisión del mandato recibido. No por otra cosa.

 

Juan Luis Font

33 años de hacer periodismo, reportear, conducir, fundar y dirigir medios.

Sobre Juan Luis Font

33 años de hacer periodismo, reportear, conducir, fundar y dirigir medios.