Informes internacionales señalan que en Guatemala hubo miles de adopciones irregulares a la aprobación de la Ley de Adopciones en 2007. El Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) apunta a unos 30 mil niños entre 1997 y 2007, mientras que la desaparecida Comisión Internacional Contra la Impunidad en Guatemala (CICIG) documenta en un informe de 2010 que nueve países participaron en la adopción irregular de 317 mil infantes entre 2001 y 2009. Y aunque no hay datos oficiales, el cálculo es que unos 5 mil niños víctimas del conflicto armado fueron adoptados ilegalmente.
Hoy, convertidos en adultos, estos voltean a ver hacia Guatemala con la idea de descubrir si sus papás murieron durante la guerra.
La Fundación de Antropología Forense Guatemala (FAFG) puso en marcha en 2020 un plan para cotejar ADN de los niños adoptados con el banco de datos de ADN de personas asesinadas durante la guerra y de familiares que buscan a desaparecidos.
Fredy Peccerelli, director de la FAFG, comenta que hay unas 100 solicitudes de personas.
Tenemos bastantes solicitudes de personas que fueron dadas en adopción durante la época del conflicto: de Italia, Canadá, EE.UU. Están tratando de entender qué le pasó a su familia biológica y creen que sus familiares son víctimas de una masacre y que ellos fueron entregados en adopciones ilegales.
El informe de CICIG identificó que el 99 por ciento de las adopciones entre 1977 y 2007 se tramitaron con notarios; el 95 por ciento eran internacionales. Para 2005, Guatemala era considerada uno de los países con más adopciones irregulares.
Por eso aquellos niños que fueron separados de sus padres, los buscan. Aunque crean que están muertos.
La Fundación de Antropología envía por correo kits para toma de muestras de ADN, para luego hacer los cotejos correspondientes, explica Peccerelli:
Por zoom se les instruye cómo hacer la muestra. El investigador es testigo de la toma y embalaje para que se envíe de regreso. Estas son búsquedas a ciegas, pero es una manera de iniciar.
Carlos Haas llegó a una familia alemana en 1985, a los tres meses de haber nacido en Huehuetenango. Siempre supo que sus orígenes estaban en Guatemala y en 2015 un acontecimiento lo motivó a venir y buscar a su mamá:
Cuando tuve mi primer hijo ¡fue una experiencia muy fuerte! Porque fue mi primer pariente de sangre que encontré en mi vida.
Este alemán-guatemalteco llegó a la Liga de Higiene Mental, una organización que propicia reencuentros, y en un año ya habían localizado a su mamá en el mercado de Chiantla, Huehuetenango.
Ella perdió a su esposo en la guerra y quedó con 4 hijos, luego conoció a su nueva pareja y como resultado nació Carlos, pero su papá murió cuando él nació y su mamá lo dio en adopción.
“Hubo mucha presión, económica y social”.
Carlos dice que aunque sus documentos fueron inscritos, hubo alteraciones:
“No es correcto el documento de nacimiento: dicen que nací en la colonia El Limón de la zona 18, pero yo nací en el Hospital Nacional de Huehuetenango; en la fecha dice que nací 28 de febrero, pero en realidad fue el 22.”.
El informe de CICIG, dice que aquellos años los abogados cobraban entre US$20 y 40 mil, por adopción.
Carlos es hoy un historiador y profesor de la Universidad de Múnich, invitado de la Universidad del Valle y también investigador de la Universidad de Costa Rica. Tiene un hijo de 10 años y una de 6. Su mamá en Guatemala tiene 69 años.
El Grupo de Apoyo Mutuo (GAM) es otra organización que trabaja en reencontrar familias separadas por la guerra. Mario Polanco, director del GAM, cuenta que sus reencuentros principalmente son internos y documenta unos 200 desde 2001. La FAFG busca dar validez genética y científica a estos casos.