Tuvieron que pasar casi cuarenta años para que la familia de Israel Barrios, de Concepción Tutuapa, San Marcos, sanara las heridas que dejó su desaparición y muerte. El muchacho, en diciembre de 1983, tenía 24 años cuando los secuestraron mientras caminaba con su hermando Noe Barrios, entonces de 13 años. Este niño, ahora un hombre de 52 años, revivió con ConCriterio aquel episodio:
“Veníamos de San Marcos para Concepción Tutuapa, como a las 10 pm y ya nos estaban esperando hombres armados en el cruce de Sipacapa y se lo llevaron.
Usted, ¿cómo logró escapar?
–Solo a él se lo llevaron, tenían su nombre. Él pidió que lo mataran, pero dijeron que no, que la orden era llevárselo.
Y usted ¿qué hizo?
–Fue doloroso porque se lo llevaron en un carro en la palangana. Nosotros andábamos en nuestro vehículo, yo tenía 13 años y apenas sabía manejar. Me tocó traerme el carro. Estábamos a 15 kilómetros de Concepción
Y ¿qué llega a decir en su casa?
–Que lo habían secuestrado y pusimos la denuncia, pero no hubo una respuesta.
La familia no dejó de buscar a Israel Barrios. En 2014 su hijo, que tenía 5 meses de gestación cuando fue secuestrado, entregó muestras de sangre a la Fundación de Antropología Forense de Guatemala (FAFG), encargada de investigar la identidad de osamentas que encuentra en cementerios clandestinos del conflicto armado. Ese año hubo compatibilidad de 50% con un cuerpo, pero hasta 2021, cuando los tres hermanos de Israel entregaron sus muestras, el resultado fue compatible en 99.9% .
Mi mamá nunca lo olvidó: ella decía “algún día lo vas a encontrar y le pido a Dios que así sea”. Yo sé que Dios escuchó las oraciones de mi mamá y puso un medio para que lo encontráramos. Ahora está sepultado en una tumba a la par de ellos. Mi santa madre está en el cielo, pero se le cumplieron los deseos.
Fredy Peccerelly, director ejecutivo de la Fundación de Antropología Forense:
Fue encontrado en el astillero municipal de caserío nuevo Ixchiguán, San Marcos, ahí recuperamos 17 cuerpos y uno era de don Israel. Es complicado, porque si no tenemos la habilidad de comparar a todas las familias contra todos lo cuerpos, no se puede hacer. Hay personas que desaparecieron en Izabal y las encontramos en Cobán; otros, en el sur de Quiché y aparecen en Comalapa.
La fundación funciona con aportes privados y países cooperantes. Mantener el laboratorio de genética, según el director, cuesta US$1.5 millones cada año. Esta oficina funciona desde hace 30 años:
Llevamos 1 mil 773 casos del conflicto armado bajo investigación, exhumaciones y búsquedas. De estos, han recuperado 8 mil 292 cuerpos esqueletizados y se han identificado 3 mil 781
Además:
Desde 2008, en el banco genético manejamos 6 mil 722 familias que han dado un total de 16 mil 749 muestras referenciales y que buscan 9 mil 691 personas. Hay más de una víctima por familia y necesitamos más de una muestra de cada familiar. La Comisión para el Esclarecimiento Histórico estima que hubo 160 mil fallecidos y 40 mil desaparecidos. El número activo que han reportado a familiares desaparecidos son 10 mil.
Hay una frase del doctor Clyde Snow, que es el lema de la FAFG:
“Los huesos son buenos testigos, aunque hablan en voz baja nunca mienten y nunca olvidan” y Peccerelli, añade: “hay que saber escucharlos”.
La familia en cambio, dice Noé Barrios, escuchó la voz de Dios y hoy tienen paz:
Es algo duro pero ya nos sentimos más tranquilos porque ahora está en un lugar a donde le podemos llevar flores.
En 2007 la diputada Myrna Ponce promovió la iniciativa de ley de búsqueda de personas desaparecidas, a la que le falta solo la tercera lectura y redacción final, para convertirse en ley; en 2019, la exdiputada Sandra Morán y la diputada Andrea Villagrán presentaron otra propuesta para buscar y hallar a las víctimas del conflicto.