Son las 12 del mediodía y en cuestión de segundos el calor y la humedad hacen sudar a quien se encuentra en el local donde Mariela Muj, de 25 años, tortea. Es un pequeño cuarto con paredes y techo de lámina, con apenas una rendija para la salida del humo. En el medio hay un comal de aluminio dondel otra mujer carga a su niño en perraje sobre la espalda.
Mariela tiene el rostro rojo por el calor mientras cuenta que vino a la capital desde hace 10 años y ahora vive en la colonia San Martín, zona 7. Sin querer abandonó sus estudios de tercero básico en Totonicapán para trabajar y ayudar a su familia. Ahora junto a su esposo crian a dos niños. Aunque… los Q1mil 500 que ella gana mensualmente no alcanzan. Es viernes y sabe que el fin de semana no descansará pues la jornada irá de las 6 de la mañana a 8 de la noche.
“Llevo diez años trabajando en tortillerías, pero en diferentes lugares. Crecí sin papá y tuve que trabajar para ayudar a mi familia, yo hubiera querido seguir estudiando. Aquí alquilamos, a veces no alcanza el dinero, pero si no sale otro trabajo tenemos que ver que nos alcance”.
Un estudio de la Fundación Panamericana para el Desarrollo (PADF) con el apoyo de la Agencia Internacional de Desarrollo de los Estados Unidos (USAID) elaborado en Huehuetenango, Quetzaltenango, Jalapa, El Progreso y Guatemala en abril de este año, devela las violaciones a los derechos humanos de quienes trabajan en las tortillerías. El mapeo se efectuó en 292 tortillerías, en 160 de estas observaron niñas y adolescentes trabajando. En cada negocio encontraron un promedio de tres personas –unas 876 trabajadoras– de quienes el 53% vestía traje regional.
En las tortillerías visitadas hallaron 45 mujeres entre los 14 y 17 años, otras 44 tenían 18 y 20. El 48% de las entrevistadas ganan entre Q500 a Q1 mil. Un 22% no recibe un pago monetario y se les paga con alimentos y lugar donde dormir.
Las mujeres trabajan 11 y 15 horas diarias de lunes a domingo. También descubrieron que siete adolescentes no reciben el pago directamente, sino que es enviado a sus padres.
El 63% de las entrevistadas trabajan en un departamento distinto a su lugar de origen. Muchas se quejaron de dolor de cabeza, quemaduras, ardor de ojos, ampollas, dolor de espalda, dolor en los pulmones o pies y tos. Una de las causas es que la mayoría duerme en el mismo lugar donde trabajan.
Liliana Guzmán, Coordinadora del área penal de la Procuraduría General de la Nación (PGN), refiere que a las adolescentes rescatadas de las tortillerías se les da un seguimiento cuando retornan a su vivienda e incluso si retoman sus estudios, sin embargo, reconoce que después muchas regresan a su antigua labor.
“ La falta de oportunidades y la situación económica de su familia pueden hacer que regresen a trabajar en tortillerías”.
Este año la PGN ha rescatado a 12 adolescentes de tortillerías y abarroterías de barrio. En 2020 rescataron 23.
El 11 de junio de 2018, las autoridades ubicaron en tiendas de barrio y tortillerías a 43 niñas y adolescentes que eran víctimas de explotación laboral, las cuales provenían de familias en pobreza extrema, los reclutadores les ofrecieron Q800 y Q1 mil mensuales y un lugar donde dormir, para que los padres accedieran a que sus hijas migraran para trabajar en esos lugares.