Hay que esperar un promedio de dos semanas para que un paciente renal reciba su tratamiento de hemodiálisis en Salud Pública. El riesgo, explican los afectados, es que la sangre está intoxicada y, a medida que dilatan más, las complicaciones aumentan. El problema es que la demanda de atención supera las capacidades del sistema nacional: cada año, según el Ministerio de Salud y Asistencia Social, se registran 4 mil nuevos pacientes cuyos riñones han dejado de cumplir su función.
Maritza Siquibach es un ama de casa de 43 años y hace año y medio fue diagnosticada. Ella recibe tratamiento en la Unidad Nacional de Enfermos Renales (UNAERC) donde aguarda entre 8 y 15 días para recibir una hemodiálisis. El malestar la inhabilita, su presión sube hasta que se le imposibilita respirar: “En dos ocasiones me acerqué para pedir otro turno porque mi malestar era demasiado, pero me dijeron que era imposible y que probara suerte otro día porque había pacientes que no se presentaban y yo podía ocupar su lugar (…) lo intenté, pero terminé en la emergencia de un hospital privado porque me sentía muy mal”
Los médicos recomiendan a los pacientes de enfermedad renal crónica en fase 4 y 5 —cuando se requiere de terapia de reemplazo de la función renal— tres sesiones a la semana. Maritza solo recibía dos. Ayer Juan Carlos Castro, presidente del Consejo Administrativo de UNAERC, dijo que cuentan hasta 800 pacientes en lista de espera de una silla para recibir tratamiento. Incluso les llaman “transitorios” porque no pueden agendarse y aunque necesitan el procedimiento, las capacidades de Salud Pública no alcanzan para atenderlos.
Hacer fila parece un trámite, pero no lo es para un paciente. Agualuz Hernández, nefróloga: “Quienes se encuentran en una fase crítica de la enfermedad no pueden pasar tiempo sin recibir tratamiento, eso implica que su cuerpo los va envenenando poco a poco porque sus riñones ya no cumplen la misma función. Aquí la espera es un tema de vida o muerte, son segundos de vida que se pierden”.
Pedro Dávila, director técnico de Unaerc, dice que es necesario más presupuesto para atender a más pacientes: “De momento, registramos que hay 10 mil pacientes en toda Guatemala y contamos con 600 máquinas, cada una de las máquinas puede atender 6 personas al día y eso no es suficiente. Para dar cobertura, lo que necesitamos es mayor presupuesto para agilizar el servicio. ”.
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El Congreso de la República asignó a Unaerc Q350 millones para 2024. Un incremento de Q110 millones. Para reducir la cantidad de pacientes renales. El Ministerio de Salud ha optado por campañas de prevención, expone el ministro de salud, Francisco Coma: “Vemos la prevención como una estrategia, el objetivo es generar un diagnóstico temprano a aquellos pacientes que empiezan con enfermedad renal y evitar los cuadros más críticos”.